Ya recalcábamos en la prueba de la Ford Ranger Raptor de la semana pasada que no somos los fans nº1 de un planteamiento de coche de disfrute sobre la base de un motor diésel y una plataforma de largueros y travesaños y que, aun así, hemos sucumbido a los encantos de algo semejante.

Es posible que esto pueda parecer extraño, pero tiene su razón de ser y vamos a intentar argumentarlo lo mejor posible. Para nosotros, la Raptor es un reducto para la pasión automotriz que encuentra su sentido en otro reducto para la pasión automotriz algo más libre que nuestras carreteras: el campo.

Ford Ranger Raptor en el campo
La Raptor en mitad del campo castellano

Porque veréis, amigos, en un continente lleno de mandatarios obstinados con penalizar el uso del automóvil convencional o modificar su empleo tal y como lo conocemos, no hay nada mejor como alejarse de las urbes y respirar esta tan ansiada y constreñida libertad.

E insistimos que, en esta labor de alejarse y perderse, existen pocas cosas mejores que la Raptor en las que hacerlo. Obviad esos elementos técnicos que os puedan hacer dudar, incluido un motor poco emocionante pero con cierto sentido -aunque llegará un V6 de gasolina y casi 300 CV a final de año-.

Ford Ranger Raptor en la nieve
Sin miedo a abrir camino

En campo abierto, pisando todo lo que no sea asfalto, hemos conseguido “desinhibirnos” gracias a la Raptor y disfrutar de una conducción sin apenas cortapisas. Aquí uno no teme la ira de la DGT, ni pisar el acelerador medio segundo de más; eres solo tú y la inmensidad del aire libre; el avanzar sin piedad mecido por la excelente suspensión FOX.

Ford Ranger Raptor cruzando un charco
Los charcos son un juego de niños

Activas el modo Baja, desconectas el control de tracción y comienza la fiesta. La Raptor como pareja de baile es fantástica en estos registros, apoyando franca y traccionando donde sea mientras en el interior consigue mantenerte consciente -pero no preocupado-, de lo que pasa ahí fuera. Hemos encarado caminos repletos de nieve, de barro y de agua sin un solo gesto de queja por su parte, con el único aviso de un control de estabilidad no desconectable.

Ford Raptor logo
Las marcas de guerra se amontonan con los kilómetros

Convirtiendo cualquier terreno pisado y firme en una autopista, te irá susurrando al oído todo tipo de maldades, envenenándote en una sucesión de virajes y gas mientras enseña cómo descuelga su trasera. Y tú, completamente extasiado, le pedirás más y más.., hasta que, sin quererlo, te darás cuenta de su pequeño defecto.

Ford Ranger Raptor en el campo
El campo se puede quedar pequeño con la Raptor

Esto es; es demasiado perfecta para un motor tan "sensato". En un uso convencional, donde el 2.0 biturbo diésel responde con una eficiencia digna de mención para las más de 2,5 toneladas de la Raptor y parece estar dispuesto a remolcar una casa, no hay reproches más allá del toque “tractoril” del propulsor, pero en un uso lúdico… En fin, que como decía Jeremy Clarkson, queremos “more powerrrr”.

Ford Ranger Raptor en la nieve
¿Intimidaría más con un sonido de motor "gordo"?

Con un chasis tan sobrado para divertirse haciendo el bruto, no podemos dejar de preguntarnos qué será de esa nueva Raptor con el V6 gasolina. ¿Echará por tierra sus consumos contenidos? Probablemente. ¿Te animará a hundir el pie a menudo? A buen seguro. ¿Redondeará la experiencia de conducción de este juguete? Por supuesto.

Ford Ranger Raptor y arcoíris

Mientras esperamos el restyling de la Raptor, solo queda aplaudir el trabajo de Ford con un producto tan diferente. No es el mejor en 4x4 puro ni es el vehículo más deportivo que puedes comprar con 60000€, pero es una pick-up enorme, intimidante, práctica y tan puñeteramente divertida que queremos una.

Publicado el 
24/5/2022
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Opinión