Terminamos la serie de artículos sobre deportivos de Volvo con uno de los más desconocidos de la marca. Hasta ahora hemos hablado de deportivos de Volvo realmente preciosos y adorados, pero no eran coches con prestaciones altas, o al menos no podían competir de igual a igual con coches de ese calibre. El carácter GT del 1800 era innegable y ello se reflejó en unas prestaciones discretas en lo tocante a dinámica extrema, aunque era sobresaliente en comportamiento en largas distancias.
Visto esto, y asentándonos aún en esos años 60, ya a finales, Motauto, la empresa encargada de las importaciones de Volvo a Italia, consideró oportuno sugerir a Volvo un coche más potente, para poder situarse en el mercado de deportivos y codearse con los Lancia y/o Alfa Romeo de la época.
Desde la filial italiana era un plan sin fisuras, un plan perfecto para situar a Volvo en el mapa de los coches de altas prestaciones. Pero desde la casa madre en Suecia se consideraba totalmente innecesario, al contar ya con el mencionado 1800, y al no suponer un segmento realmente atractivo para ellos.
La dirección de la cuasi-filial Motauto quería demostrar el grave error que se cometía con esa decisión, y tras asociarse con Fissore para un rediseño del 1800 que no gustó en la directiva de Volvo Suecia, donde veían la necesidad de invertir en sus líneas de coches familiares y no deportivas, recurrieron a Zagato esta vez no para una modificación de algo que ya existía, sino para hacer un coche totalmente nuevo, desde cero, desde los cimientos.
Y nació un coche peculiar, único en el sentido más estricto de la palabra: el Volvo GTZ con el apellido 3000.
Como vemos, este GTZ no comparte casi nada con el 1800, de hecho, con un lenguaje exterior totalmente personal, propio. Se mantiene algunas líneas, aunque cuesta verlas, tanto que decir que son coches de la misma marca es casi aventurarse demasiado. Fue presentado en el Salón del Automóvil de Turín, en el año 1970, toda vez que su fabricación fue en 1969. Y lo hizo como concept car, de mano de Motauto.
A pesar de la estupenda y calurosa acogida del público asistente, en la matriz Volvo siguieron viendo innecesario producir en masa este coche, y no llegó a más que lo que se pudo ver en aquella exposición. Respecto a lo que pasó después, hay dos teorías: la primera que nos dice que sólo se fabricó una unidad y fue vendida en el mismo salón; y la segunda que cuenta que hubo cincuenta unidades.
La oficial es la primera, al menos desde la dirección de Volvo. Y si unimos la pena de que sólo exista una al hecho de que se rumorea que el propietario siniestró el vehículo, nos encontramos con una desoladora historia. Una autentica lástima que un coche tan transgresor y tan genuino se quedase ahí y no llegase a más.
