Pensábamos que sería eterno. Disfrutábamos de él como si nunca se fuese a acabar. Sin embargo, el sino de los tiempos ha llevado a la próxima fecha de caducidad del emblemático motor V8 que ha animado los últimos muscle car de Dodge hasta ahora. Aunque en Europa no gozan ni han gozado de la misma popularidad y difusión, en no pocas ocasiones mirábamos al otro lado del charco, no sin cierta envidia (sana, por supuesto) la asiduidad de estos motores en las carreteras.
A pesar de ello, también en el mercado americano dejarán de verse de aquí a no demasiado tiempo. La tragedia se cierne sobre el específico segmento muscle car, o eso parece, porque la realidad no es tan dramática como anuncian estas primeras líneas.
La razón última de esta desaparición no es otra que una circunstancia que a pocos se escapa, la creciente electrificación del mercado automovilístico, a la que ya han sucumbido grandes marcas e insignes modelos de deportivos. El motivo inmediato, en la misma línea, es la exigente normativa medioambiental, que también se endurece en el hasta ahora más permisivo mercado estadounidense, en la cual, evidentemente, este poderoso motor V8 no tiene cabida. En lo que ya un secreto a voces, no tanto si tenemos en cuenta las declaraciones anteriores de la marca a lo largo del año 2021, era esperable recibir un anuncio de este tipo.
Y así fue, durante el Salón del Automóvil de Los Ángeles, donde su CEO, Tim Kuniskis, anunció: “tenemos dos años más para comprar un Hellcat, luego será historia”.
Unido a estas funestas declaraciones, el propio Kuniskis deja entrever, de forma velada, que los egregios Challenger y Charger podrían desaparecer. Esto sería un doble castigo, quizás excesivo. Y decimos que el anuncio ha sido velado, por lo enigmático e incierto de sus palabras: “los modelos que conocemos hoy saldrán de producción para cuando lleguemos a 2024. Serán modelos nuevos en plataformas nuevas”.
Así pues, ¿Cabría esperar que los modelos sean sustituidos por otros modelos con misma denominación, renovado ‘outfit’ y nuevas motorizaciones eléctricas? ¿O bien pueden adoptar una nueva configuración totalmente nueva, perdiendo con ello también la denominación? El tiempo lo dirá, concretamente, el año 2024. Lo que sí parece claro es que eléctrico o térmico, el muscle car seguirá siendo un segmento de potencias descomunales.
Una historia con... ¿Futuro?
Sin embargo, a pesar de la penumbra que se cierne sobre los amantes de la propulsión tradicional, estas medidas llevan aparejada una consecuencia que genera una renovada y sólida esperanza cara al futuro. Y es que, para empezar, aún quedan dos años de producción de estos motores. Aparte de ello, la marca ha anunciado que sobre la base del proyecto eMuscle de Dodge, para 2022 se prevé la aparición del primer Dodge auténtico y genuino muscle car híbrido enchufable, que no renuncia a la bestialidad y a la desmesurada potencial habitual.
Dodge se muestra así en la línea del enorme conglomerado Stellantis, quien prevé un severo impulso de la electrificación en cada una de sus catorce marcas, sobre todo a partir del año que viene y hasta 2025. En realidad era algo esperable, y más viendo el rotundo éxito de plataformas eléctricas en prestigiosas marcas como comentábamos, que se nos vienen rápidamente a la cabeza.
Y en pleno 2021, ya cerca de 2024, aún se le puede rendir un último y sentido, aunque no económico, homenaje a este prodigioso motor. Y es que, desde 2017, Dodge puso a la venta el V8 Hellcat por sí solo, sin necesidad de llevarlo inserto en ninguna carrocería del grupo, incluso dando opciones de piezas por separado.
A propósito, recordemos algunas de las cifras del mismo: sobre 707 CV ‒que puede llegar a los 840, pasando por los 717 y los 797 CV‒ a 6500 rpm, con 6.2 litros de capacidad, con 880 Nm de par en el peor de los casos a 4000 vueltas. Una auténtica barbaridad de motor. Porque, más allá de estas cifras y estos números, el V8 Hellcat no es sólo un conjunto mecánico de desmedidos datos, es un verdadero símbolo y un universo de sensaciones.
