Corrían los años 90 y Lotus quería volver a sus inicios, después de unos años 80 fabricando coches con algo más de confort, con un carácter más GT, y en general, un coche versátil, deportivo pero que no perdiese practicidad para el día a día, que era lo que el mercado demandaba.

Lotus quiso demostrar que, a pesar de los años y avances tecnológicos a lo largo de las décadas, podían seguir fabricando un deportivo caracterizado por su ligereza y su agilidad, más que por la fuerza bruta de su propulsor, como estaban demostrando en modelos anteriores.

Su llegada y enfoque

A mediados de 1996, la primera serie del Lotus Elise llegaría al mercado, para demostrar de manera excelente que muchas cosas buenas vienen en paquetes pequeños y ligeros (sin dobles sentidos).

Foto de themarket.co.uk

Su esqueleto, fabricado completamente en aluminio extruído, que no venía soldado sino pegado, junto con una carrocería de fibra de vidrio hacía denotar que su principal foco era conseguir el mínimo peso posible. Y así fue. El Elise S1 pesaba únicamente 724 kg, una cantidad ridícula incluso en los estándares de la época. 

El Elise era sin duda un coche que sacrificaba todo por el placer de la conducción, un coche dedicado para cualquier purista que no quisiese ningún tipo de filtros.

Motorización: Parece escasa, pero no.

Prácticamente encima, aunque un poco adelantado, de su eje trasero, equipaba un motor que se podría catalogar de mundano. Nada más y nada menos que un K-Series de Rover, específicamente, un 4 cilindros de 1.8 litros, atmosférico y que solamente producía 118 CV

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Hasta ahí, un motor normal y corriente, pero no hay que olvidarse de que iba anclado a una carrocería de solamente 724 kg, haciendo del pack completo, un pequeño pero rabioso animal capaz de hacer el 0-100 en solamente 5.8 segundos si lo que te importa es ir en línea recta, y un coche prácticamente imbatible en una carretera de curvas. 

Durante todos sus años de producción se sacarían versiones especiales, con diferentes motorizaciones que llegarían hasta los 190 CV.

Su interior: Simple, pero no espacioso.

El interior del Lotus Elise S1 desprende minimalismo, tanto para lo bueno, como para lo malo. Unos asientos tipo bucket sin prácticamente ningún tipo de acolchado, un salpicadero sin ningún tipo de infoentretenimiento, unas alfombrillas… Espera, ¿Qué alfombrillas? Lo único que podría ser algo parecido serían esas inserciones de goma antideslizante que tiene encima del chasis de aluminio expuesto. En si, un coche para enfocarse (y disfrutar) al 100% en la conducción. Pero… ¿Es ese todo el sacrificio? No.

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Como buen coche ligero y ágil, su espacio interior es escaso, tanto que es capaz de formar una atmósfera un tanto romántica causada por el choque de hombro con hombro entre pasajero y piloto de lo estrecho que es su espacio interior. Si hablamos de la altura, por suerte, puedes llegar a entrar, incluso siendo una persona bastante alta, gracias principalmente a su delgado asiento y el hecho de que estás prácticamente sentado en el suelo. Gracias Lotus.

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Un coche ideal para quemados que… ¿Salvó a Lotus?

Cuando el Elise se presentó, Lotus no estaba precisamente bañándose en dinero, fue un coche caro de desarrollar (principalmente por su chasis de aluminio) y estaba dirigido a un nicho muy pequeño, pero a pesar de eso, en sus primeros dos años Lotus vendió 3.000 Elise S1, y hasta la llegada de la segunda Serie, se llegaron a vender 10.000 S1, lo que lo convertiría en el coche más vendido de su historia.

Foto de themarket.co.uk

Por cierto, la unidad de las fotos, está actualmente siendo subastada en este enlace. Si quieres que Javi y yo te tengamos envidia, no dudes en pujar.


Publicado el 
1/11/2020
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Coche de la semana