En la historia reciente del automóvil, el denominado hot-hatch siempre fue un objeto de deseo para las generaciones más jóvenes (y no tan jóvenes) de entusiastas del motor. Podría nombrar decenas. Pero un paso por encima, estaban los iconos de ese segmento, normalmente, coches con pedigree de competición, como los “homologation specials” del Grupo B. que se convertían en clásicos al momento de presentarse. En 2010, Audi presentó uno de esos clásicos instantáneos: el Audi A1 Quattro.

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Una bestia escondida detrás de una A

El Audi A1 es un compacto de segmento B, el coche más barato de la gama de Audi, y que, en su momento, el A1 más picante presentaba un motor 1.4 TFSI con 185 CV, una caja automática DSG y tracción delantera.

En algún momento de finales de 2010, un equipo de ingenieros de Audi se reunió para, básicamente, transformar el “mundano” Audi A1 en una bestia con tracción Quattro, y dio como resultado un coche que perfectamente se podría llamar A1 Frankenstein, ya que, para ahorrar costes de desarrollo inútiles, está fabricado prácticamente en su totalidad con piezas de otros modelos de Audi.

El motor no era otro que un 2.0 TFSI de un Audi TTS, algo detuneado hasta los 256 CV, y una caja de cambios manual de 6 velocidades, sin opción a la caja de doble embrague DSG, que sorprende, pero deja claro la idea de Audi con este proyecto: Hacer un coche para verdaderos puristas y nostálgicos.

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Toda esta fuerza la ponía en la carretera un sistema Quattro de tracción total, permitiendo hacer el 0 a 100 en solo 5,5 segundos.

Un exterior “Quien sabe, sabe.”

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Para una persona que no tiene nuestra enfermedad, el Audi A1 Quattro no destaca demasiado, o podría pasar por un A1 tuneado de un chaval joven. Pero la realidad es otra. 

A la hora de configurar el coche, tenías muy pocas opciones, por no decir ninguna. El color exterior solamente podía ser blanco. Sus llantas eran únicas y exclusivas para este modelo, que con aspecto turbina, hacía honor a los coches de carreras de antaño como el Audi 90 Quattro GTO de la IMSA.

Aparte de esto, un ligero detalle rojo en los faros y un spoiler trasero en color negro acompañaban y deducían que estábamos hablando de algo especial.

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Interior simple, pero con atención a los detalles

A simple vista, el Audi A1 Quattro tenía el mismo interior que cualquier otro A1 bien equipado, excepto por unas cuantas cosas importantes que lo hacían completamente exclusivo de esta versión.

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Lo primero que vemos son unos asientos deportivos S, con detalles en rojo. Unos detalles que acompañan por todo el coche hasta llegar al volante achatado con una placa que informa que número de unidad es, porque sí, está numerado.

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En el centro, un pomo exclusivo completamente en aluminio. Pero sin duda, lo que más llama la atención es su cuadro de instrumentos, con el cuentarrevoluciones en rojo y el velocímetro en gris. Son ese tipo de detalles los que marcan la diferencia.

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Un capricho difícil de comprar

Es posible que leyendo este artículo digas: “Vaya cacharro, cogeré mi Delorean y volveré a 2012 para comprarlo nuevo”.

Mi respuesta sería: Prueba, pero es posible que no puedas. Las 333 unidades del Audi A1 Quattro ya estaban prácticamente vendidas cuando se presentó. 

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Algo que dice bastante de cuan deseado fue el modelo, puesto que por 54.000€ podías comprar un Audi RS3, con 100 CV más y un motor de 5 cilindros. O un Porsche Cayman.

A día de hoy, en 2020, ciertamente el Audi A1 Quattro habría sido la opción más inteligente financieramente hablando entre esos 3, ya que se mueven entre los 40.000€ y 50.000€ en el mercado de segunda mano, una muestra de lo especial que es este modelo, que ni siquiera el Audi S1 mermó los precios.

Precios en el mercado de segunda mano.


Publicado el 
22/11/2020
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Coche de la semana