La Princesa Diana fue una de las personalidades más destacadas de la realeza británica en la década de los ochenta y noventa. Una persona que se salía un poco de la regla común, y que tenía un carisma pocas veces encontrada dentro de la nobleza.
Era una conocida aficionada del motor, lo que hizo que tomase la decisión de no aceptar un chófer con Rolls Royce proporcionado por la casa real británica, para que, en su lugar, pudiese utilizar sus propios coches, dejándonos entrever su buen gusto automovilístico.
Entre esa larga lista de coches, encontramos un Ford Escort RS Turbo S1 bastante especial, no solo por el modelo en sí, sino porque se trata del único Escort RS Turbo S1 pintado en color negro de fábrica.
La historia de esta unidad en particular es bastante curiosa. La Princesa Diana tenía un Ford Escort 1.6i Cabriolet en color rojo, un coche que, según la SO14, el grupo de seguridad de la realeza, no era apto para conducir, debido a lo llamativo de su pintura exterior y que el techo de lona proporcionaría poca seguridad y privacidad en caso de un apuro.
El Grupo SO14 aconsejó a la princesa que comprase un coche más sutil, que pasase más desapercibido en la carretera, y el, de aquella nuevo, Escort RS Turbo parecía que cumplía con los requisitos de Diana. El Departamento de PR de Ford tuvo la brillante –o no- idea de fabricar el único coche en color negro, de una edición del Escort que eran exclusivamente de color blanco.
Finalmente, tras tres años en su posesión y algo más de 10.000 kilómetros recorridos, en 1988 fue devuelto al departamento de Ford. Durante los últimos 30 años ha estado cambiando de manos, hasta este fin de semana, que fue subastado por Silverstone Auctions.
La subasta era sin precio de reserva, por lo que no había una estimación de cuánto podría llegar a alcanzar, pero finalmente sorprendió a todo el público, llegando a alcanzar más de £722.000, o más de 840.000€.
